No, no ha sido fácil poner un título a esto, es más, no estoy contento con el que esta puesto, pero la sarta de insultos y mala leche que se me acumula no es buena consejera a la hora de titular. Por lo tanto lo dejo así y trato de no asesinar a nadie con napalm durante los próximos párrafos. Aunque no prometo nada.
Porque esta entrada la escribo en caliente por culpa de dos cosas principalmente que se han sucedido sin tiempo a que se me olvide una de ellas. La primera un programa de radio que es el paraíso de la hipocresía, gente que se queja de que en las escuelas se enseñe las distintas sexualidades pero se queja de que quieran eliminar la religión porque es una opción de vida que no pueden quitarles.
Mire, buen hombre, le digo buen hombre porque me meterían en prisión si dijera lo que pienso realmente de usted, no puede ir con la bandera de «Nos coartan la libertad» y exigir que se subyugue la de los demás. Esto no va así analfabeto disfuncional.
Con esto ya iba calentito para que me diera el espadazo final una foto que comparaba el enseñar tolerancia con el fascismo, usando la imagen que podéis ver más abajo.
¿Se puede ser más ruin? Esta gente le esta negando una vida plena a muchos niños por simple retraso mental. La homosexualidad no es la invasión de los ultracuerpos, no va en vainas como parece ser que mucha gente piensa visto lo visto. No es una enfermedad, es una forma de vida tan valida como cualquier otra panda de medievales cainitas.
La época del progreso y la tolerancia, amigos. ¿Para qué vamos a convivir en paz si es mucho más divertido pisar las libertades de parte de la población?
Lo más divertido (Y digo divertido por no enfadarme más) es la escusa que ponen siempre: Es una manipulación y un adoctrinamiento de los niños.
!NO¡ Es enseñar tolerancia y respeto hacía todos. Adoctrinar es lo que hacéis vosotros al esconderlo bajo la alfombra, al hacer que niños y niñas se sientan mal porque les gusta su amigo en lugar de su amiga, a que se sientan enfermos. Los estáis adoctrinando a una vida miserable porque no les dejáis saber que enamorarse de una persona de tu mismo sexo esta bien y que no hay nada de malo.
Estáis condenando a todos esos niños a sentirse mal con ellos mismos por sentir lo que sientan porque no permitís que sepa que no hay nada de malo en ello.
Vosotros sois los malos aquí, los que queréis imponer vuestra visión del mundo alegando que enseñar respeto es igual a que toda la gente se vuelva gay, lesbiana, transexual, bisexual, asexual, pansexual o lo que quieran ellos ser. Y no, lo único que hace esta formación es que cuándo llegue el momento no se sientan mal por que le guste tal o cual persona o porque no le guste nadie.
¿Tan difícil es que dejéis a la gente sentir lo que le de la gana? ¿Tan despreciables sois que solo podéis dormir haciendo sentir mal a la gente? ¿Cuántos años más van a pasar hasta que os muráis todos o aprendáis algo de comprensión y empatia? ¿Cuántas vidas tenéis que destrozar y humillar para que os quedéis quietecitos en casa?
Porque esto no es de ahora, que la historia reciente esta llena de casos de personas que han fingido un matrimonio por miedo a que se descubriera su homosexualidad, y continua a día de hoy a pesar de todo.
Miedo. La gente tiene miedo a mostrar como se siente de verdad. A mi me daría vergüenza ser una persona que provoca miedo en la gente solo porque es diferente a mi.
¿No te gustan? Primero, ¿Qué coño te importa a ti la vida de los demás para inculcarle tus formas de pensar? Segundo, ¿Por qué te metes en la vida de gente que no conoces? ¿Te afecta en algo que esa persona sea gay?
No puedo. Este artículo iba con la intención de hacerles entender, pero es que soy incapaz de pensar como ellos para poder rebatirselo. Es que es absurdo. NO ES TU VIDA, NO TIENES DERECHO A OPINAR SOBRE ELLA.
Es como si me da a mi por decir que la gente con los ojos azules es antinatural y le provoco un trauma a todos los niños de ojos azules que a partir de hoy llevarán lentillas para ocultarlo. Es la misma soplapollez retrograda.
Me esta hirviendo la sangre hasta tal punto que me va a dar un ataque. Y no sé como terminar esto.
Mirad. Me voy con un hacha a plancharle la cara a alguien. Dama Hacha ¿Me prestas una?
Tienes toda la razón, estoy de acuerdo al 100%.
Encima se considerarán demócratas. Democracia es aceptar las opiniones de los otros aunque no estés de acuerdo y defenderlas. Yo no soy gay pero no debería haber ninguna diferencia ni tener ningún derecho menos que yo un gay, ni una mujer, ni un negro, hispanoamericano, oriental, de podemos, del pp, etcétera. Dentro de unos días se celebra el día de la Constitución y ahí es dónde dice que «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.».
Tan sencillo como eso, está escrito, solo hay que acordarse y aplicarlo y, a los que no les guste, que recuerden que a otros no les gusta su religión y tampoco se les permite coartarles su derecho. a creer en Dios y practicar sus ritos. Eso es Democracia y es para todos, para lo que te gusta y para lo que no.
Saludos fremen.
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Fíjate la mala memoria que tengo que me acordaba de haber visto la imagen pero no me acordaba que era un RT a Teresa Rodriguez del panfleto de mierda.
La semana pasada lo discutí con una amiga mía a cuenta de una noticia en el que hablaba de que una asociación LGTB pensaba en investigar insultos homófobos durante un partido. En parte me la chufla bastante los insultos al jugador porque es un capullo integral y aglutina todo lo peor de lo peor de una persona (creo que te haces una idea de quién estoy hablando), pero por otro lado entiendo que tal y como están las cosas en el mundo del fútbol, me parece bien que se tomen medidas, aunque sean insultos a un jugador muy hostiable. Si ya de por sí el mundo está mal, el de fútbol es de lo más retrasados que hay con esto.
A mi amiga sin embargo le costó trabajo entenderlo y acabamos discutiendo, y es que me doy cuenta que hay gente que desde fuera y ajena a esto, cree que las cosas están mejor de lo que realmente están. Aparentemente parece que hemos avanzado, y es cierto que no es como hace cincuenta años… pero no estamos tan bien como deberíamos para la supuesta civilización avanzada que somos. Porque lo mismo tenemos un panfleto de mierda de estos (grave, porque es desde los colegios donde se pueden cambiar las cosas), que tenemos el síndrome de la lesbiana muerta en televisión, que tenemos casi 200 agresiones homófobas solo en Madrid, que tenemos al árbitro homosexual acosado por salir del armario, que si el queerbait en mil cosas… y así puedo seguir.
Algunas son cosas de menor importancia pero… es que son demasiadas cosas. Y cosas que obviamente no les pasa los heterosexuales y así se entiende el miedo: yo creo que a veces no es miedo al rechazo de la gente. Es miedo a todo lo demás.
Y podría decir que es la religión una de las responsables de la homofobia galopantes, pero hay gente que es gilipollas por sí misma. Son personas que además, como en el caso del machismo/patriarcado que tienen miedo de perder su posición de privilegio. O de salir de la zona de confort que resulta una educación y un estilo de vida estancado desde hace muchos años.
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Vaya, siento que disintamos. Normalmente disfruto mucho sus análisis, sobre todo los relacionados con Harry Potter. Hoy voy a responder.
Dice usted que es incapaz de entender cómo o por qué alguien podría estar en contra de enseñar en los colegios la “teoría de género”, es decir la idea de una equivalencia y una valoración positiva entre tipos distintos de relaciones sexuales con independencia de su biología, que usted entiende como parte del principio de tolerancia y no discriminación. Le parece absurdo, incomprensible, violento, contrario a la libertad, el progreso y la tolerancia, creador de represiones y de traumas. Los que lo defienden deben de ser monstruos (seguramente me imagina ahora mismo con la voz de Claude Frollo y enarbolando una antorcha). Los remedios que se le ocurren para mi falta de comprensión son el hacha y el Napalm. Dice no poder entender lo que pienso para rebatírmelo. Me cuesta entrar a este tipo de discusiones en este tipo de foros, la verdad. Me sorprendería mucho que no contestara con Napalm verbal. Me sorprendería más aún que tomara en consideración alguno de mis argumentos, siquiera por quince segundos. Pero en fin, nunca hay que perder la fe en la palabra y el encuentro, así que allá voy (y por si ayuda a visualizar, me parezco más al zapatero de El violinista en el tejado que al juez Frollo).
A ver, no soy consciente de guardar odio irracional ni ganas de torturar y reprimir al vecino, ni tampoco tengo una preocupación especial por mi estatus. En principio respeto la libertad y responsabilidad de las propias acciones y decisiones, pero mi código ético me permite luchar contra las drogas o agarrar a un suicida, por ejemplo. También combato las ideas con que no estoy de acuerdo. Y no estoy de acuerdo con que la vida sexual homosexual constituya la liberación y la cura para un trauma o una represión que aparecerían en caso contrario. En favor de esa opinión hay investigaciones de Freud, Jung, Adler, Sandor Rado, Bieber, Socarides, Nicolosi, Hatteter, Gershman, Hadden, Ellis, McConnaghy, Green, Butiglione, Polaino o Barnhouse, y tanto en método como en rigor, las considero muy superiores a los principales estudios que propugnan una base genética a la homosexualidad (LeVay, que reconoce que su método tiene saltos, Baglyie-Pillard, Hammer). Mi opinión es más bien la contraria: una vida sexual conforme con las tendencias homosexuales y separada de la sexualidad biológica provocarían a su vez un trauma. Con los datos que tengo, estoy convencido de ello, y creo que así debería defenderse y enseñarse, y que debería investigarse en este sentido. Pero eso no solo no es posible: sólo plantear la posibilidad (no digamos ya investigar de modo riguroso sobre el asunto) está en el borde de la ilegalidad penal y es objeto de una presión social de grado máximo que alcanza la campaña de descrédito personal y la ruina en la comunidad académica. ¿Por qué? Porque un bando ha dado la discusión por terminada: la misma duda, por muy científica que fuera, podría crear traumas.
Esta fue una vez opinión casi unánime entre los profesionales e investigadores de la Psicología y la Psiquiatría. Hasta 1973 estuvo incluida en el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders): se buscaba la terapia reparadora ahora proscrita, odiada y comparada con los métodos nazis. Sandor Rado la consideraba un transtorno fóbico contra las personas del sexo contrario, Jung sostenía que provenía de la inseguridad afectiva y Socarides, que tiene los estudios más extensos sobre el tema, que se trataba de una “patología preedípica” o una “adaptación neurótica” tratable. Hay un cambio de volante tras el 68, pero no se corresponde con ningún descubrimiento científico o psiquiátrico que yo conozca o con la aparición de nuevos estudios. sino con una campaña realizada por activistas que centró sus esfuerzos en la convención de la APA (American Psychiatric Association) en San Francisco en 1970, cuyos métodos incluían interrumpir las reuniones, comparar a los psiquiatras con los nazis y con torturadores, y hasta proferir amenazas verbales. Lo que ocurrió en la del 73 fue que lograron reducir las intervenciones de los investigadores opuestos, como Socarides o Bieber, y que la homosexualidad fue excluida del DSM con un 58 % de los votos a través de una alianza con el grupo Robinson-Marmor. Para tranquilizar a los profesionales que defendían seguir tratándola, se introdujo la distinción entre homosexualidad y trastorno ego-distónico (homosexualidad pesarosa), que sí podía ser tratado. Por poco tiempo, claro. ¿Y yo tengo que darme por convencido con esta campaña obviamente política?
Desde entonces las cosas han ido a peor. Los estudios que se presentan vienen con la respuesta hecha y buscan los datos a posteriori, se utilizan las técnicas científicas más dudosas y falaces desde la frenología y la teoría racial de los cuarenta y están sometidos a la presión constante de un grupo de activistas cada vez más activos, nutridos e intransigentes. Plantear (sólo plantear) los estudios que acabo de mencionar equivale a una condena a muerte académica, y plantear (sólo plantear) una terapia como las que defendían los especialistas de los que hablo tiene multa de sesenta mil euros en la Comunidad de Madrid. Se silencian hasta los simples testimonios contrarios al dogma, lo que es de locos, ¿qué van a hacer, decir que lo que les ha pasado no les ha pasado? Cualquier efecto psicológico adverso es negado enfáticamente; cuando es innegable, se atribuye sistemáticamente, sin comprobación y sin discusión, a la presión adversa del ambiente. Cualquier hecho, investigación u opinión adversa es considerada un acto de odio si viene de un heterosexual o de cobardía si viene de un homosexual. Piénselo quince segundos, no pido más: ¿y si ese “sentirse mal” no viniera del ambiente adverso que describe? ¿Desde cuándo tenemos dogmas en Medicina? ¿Por qué la mera posibilidad es insultante, o convierte al que la plantea en acosador o equivale a clavarle un puñal a alguien? ¿Dónde queda esa tradición científica que busca la verdad sin desviarse y considera todos sus resultados como provisionales y sometidos a crítica? ¿Cuando se volvió imposible discutir las ideas de alguien pero respetarlo y defenderlo, y se volvió un “con nosotros o contra nosotros”? Eso es como decir que todo el que no es un cristiano ferviente apoya que el Estado Islámico crucifique a los que lo son. ¿De verdad nunca ha pensado que alguien pudiera sostener mi opinión porque la cree sinceramente y no por ser un monstruo heteropatriarcal nazi?
Hemos asistido a una de las mayores campañas de difusión de una idea a través de todos los medios audiovisuales y escritos de toda la historia de Occidente. Se ha exigido y adoptado una presencia masiva de personajes homosexuales positivos y modélicos en la ficción, especialmente en la juvenil. Se ha vetado a políticos por sus posturas en este tema. Hemos cambiado la legislación para adoptar el principio de equiparación, y luego para prohibir la discusión. La ley de Madrid exige asociaciones que vigilen el cumplimiento de la letra y el espíritu de estas medidas en todos los niveles de la Administración Pública. La ONU ha llegado a condicionar los programas de ayuda al desarrollo en el tercer mundo a que los niños locales reciban cursos como el que usted describe. Las universidades vetan a los académicos y oradores que no se muestran lo bastante entusiastas en este asunto. Para la de Claremont, incluso “el silencio es violencia”. Ahora mismo, la mayor parte de la gente reacciona como usted ante este tema, negándose no a debatirlo, sino hasta a plantearlo, y reaccionando como si se les hubiera insultado, dentro y fuera de la comunidad académica. Pero todo esto no basta: es preciso que a todos los ciudadanos se les enseñe desde pequeños algo que 1) es contrario a nuestra tradición médica, 2) carece de base científica, es más, no puede tenerla porque se prohíbe la discusión, 3) si tengo razón, si los especialistas que he citado la tienen, podría hacer daño. Y mucho.
Bueno, ya está. Usted me parece brillante en el análisis de ficción. No obstante, los tiempos son los que son: por experiencia, me dará una agradable sorpresa si no se encoge de hombros, monta en cólera y tira de Napalm de todas maneras, y mayor aún si me responde con argumentos. Al menos ya sabe por qué pienso lo que pienso.
Un saludo.
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Agradezco mucho el comentario realizado. Lo planteare de la siguiente manera:
¿Debemos decirle a un niño zurdo desde que nace que no use jamás esa mano porque es algo diabólico y blasfemo? Esto era norma hace siglos, incluso a día de hoy hay gente que sigue obcecada en que usar la mano izquierda es jugar con el diablo. ¿Es absurdo verdad? El niño es zurdo de nacimiento y le han creado un trauma al decirle que hacer algo innato para él, usar la mano izquierda, es maligno, enfermizo y pecaminoso.
Entonces, ¿Por qué la homosexualidad se coarta de esta manera? Decirle a un niño que se siente atraído por otros de su mismo sexo esta haciendo algo malo y que no debería sentirse así y que esta enfermo es igual de perjudicial, le estas creando un trauma solo por ser como es.
También comentas que si no tenemos dogmas en medicina, y no, no los tenemos. Hace menos de un siglo el transplante ni se planteaba, la medicina avanza, y la psicología igual.
No podemos escudarnos en las teorías psicológicas que catalogan la homosexualidad como enfermedad para poder sentirnos bien diciendo que deberían ser tratados. No lo es, se ha demostrado en multitud de ocasiones en los últimos años. No se trata de traumas o fobias ligadas al sexo opuesto.
Todo avanza, y seguir mostrando en las escuelas que ser homosexual es poco menos que tener una enfermedad mental es peligroso y horrible para el niño y para su entorno. Harás que el niño se odie a sí mismo por sentirse así y harás que su entorno lo condene y lo humille por ser como es, lo llevamos viendo décadas. Enseñar tolerancia y concienciar a la gente es algo obligatorio para que mis hijos y nietos puedan vivir en un mundo que no se dedique a insultar ni agredir por la calle a todo el que no se comporta, piensa o actúa como yo. Estamos en pleno 2017 y en Madrid raro es el día que no se agrede a un homosexual solo por serlo. ¿En serio enseñar a los niños a respetar es malo?
Yo agradezco lo trabajado que esta su comentario, pero no puedo estar de acuerdo con su postura, me resulta anticuada y peligrosa.
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¡Buenos días! Gracias por la respuesta, por la argumentación y por el tono. Ya digo que es más de lo que estoy acostumbrado a encontrar.
Estoy totalmente de acuerdo en enseñar a los niños a respetar, convivir, no insultar y no agredir. Pero no veo por qué el estatus de la homosexualidad en la investigación médica debería influir en eso: ¿es que agredimos, por ejemplo, a los Down, los esquizofrénicos, los autistas, los hiperactivos o los ansioso-depresivos, por decir cinco grupos que están más acá o más allá de la línea de necesitar tratamiento? Es verdad que hay prejuicios contra ellos, que hay que conocerlos y aprender a tratarlos. Pero yo creo que la solución es concienciar a la gente de que son diferentes, que esas diferencias no les hacen menos humanos y que pueden aportar muchas cosas valiosas. ¿Pero no tratarles y no investigar por miedo a causarles un trauma? Piense en los ejemplos que acabo de dar: ¿no es, en definitiva, dejarles solos? Eso es contrario a la misión de la ciencia médica.
Mi problema es que se enseñe como ciencia lo que no está científicamente demostrado, y es que la represión de la homosexualidad cause traumas que sólo se arreglarían mediante la vida sexual homosexual. Estoy de acuerdo con que la psicología, la psiquiatría y la medicina avanzan. Pero creo que el modo de que avancen es hacer ensayos e investigaciones rigurosas y basar las decisiones en ellos, y el problema es que no ha sido el caso. La presión política y académica no demuestra nada, y en ciencia jamás se debe hacer nada por votación, porque eso tampoco demuestra nada. Si hay debates se puede intentar llegar a consensos o dejar el tema abierto.
¿Por qué preocuparse? Porque los especialistas que he citado, sin reducir la cuestión a un único modo de ser homosexual (casi con toda seguridad no lo hay), hallaron en sus estudios indicios de una posible relación causal contraria a la que dice usted, es decir, traumas de infancia que causan después tendencias homosexuales en determinadas personas (uno sería la crisis de la figura del padre): esa era una de las bases de las definiciones de Sandor Rado y Socárides. Para ellos, por tanto, actuar conforme a esas tendencias sería profundizar en el trauma, y eso hace daño. Otros describieron un fenómeno habitual de proyección psicológica de uno mismo en un modelo de belleza más joven (habitual en los esteticistas, los clásicos griegos, Oscar Wilde), lo que explica las consideraciones de Freud acerca de la homosexualidad y los trastornos narcisistas (en general, las relaciones basadas en la autoproyección hacen mucho daño a ambas partes). Y otros dos fenómenos no suficientemente estudiados y potencialmente dañosos son los problemas y los fenómenos adaptativos durante maduración sexual de los adolescentes varones con un núcleo hipotalámico concreto (interstitial nucleus of the anterior hypothalamus 3 o INAH-3, relacionado con la sexualidad en su correlato más impulsiva y biológica) de tamaño inferior a la media -y de los que no diré más, porque el estudio de la OMIM (https://www.omim.org/entry/306995) que lo detalla está desactualizado, es poco concluyente y emplea muy poca muestra-, y la cuestión de los homosexuales que tienen más de 50 parejas al año, bastante frecuente y que suele asociarse sin pruebas y de modo poco concluyente a la presión del entorno.
Lo que quiero decir con esto es que puede haber mucha gente ahí fuera que está sufriendo y necesita ayuda, y ayuda de la ciencia médica. Como he dicho, la homosexualidad no puede tratarse o evaluarse directamente, está prohibido. En cambio, se trata oficialmente la disforia, una sensación egodistónica de malestar y rechazo, y en concreto de disforia de género (cuando una persona no está satisfecha con su fenotipo sexual). Pero la disforia puede implicar cualquier ámbito de la afectividad además de la sexualidad, y existen también «disforias heterosexuales» en las que un hombre que se percibe como heterosexual está insatisfecho con sus relaciones pero no porque piense que es homosexual: estamos hablando de un término muy poco específico y que no siempre va a ser de ayuda. Por eso defiendo romper el tabú, detener la campaña, estudiar el tema desapasionadamente, ser prudente con lo que uno promueve, oír todas las voces y no enseñar en los colegios -ni en otros lugares- más que lo que puede demostrarse científicamente. Quizá eso sea anticuado, no lo sé. Pero si hacemos lo contrario, no estamos respetando el principio de la veracidad en la enseñanza y, si los especialistas que he citado (y que hasta la fecha y que yo sepa no han sido rebatidos con pruebas) tienen razón, nos arriesgamos a hacer mucho daño -con buenas intenciones- a gente que jamás podrá entender, asumir ni elegir cómo afrontar lo que le pasa.
Gracias por la conversación y un saludo.
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