Ayer estuve viendo de nuevo Taron y el Caldero Mágico (The Black Cauldron) tras recordarlo en una entrada anterior sobre elegidos. Mi visión sobre ella no ha variado mucho, esta nueva revisión me ha hecho ver lo acelerado que esta todo pero poco más. No es de extrañar que una película de ochenta minutos que trata de condensar dos libros se sienta acelerada. Tramas como la de Gorgi o la propia espada aparecen y desaparecen en cuestión de minutos porque no hay espacio para dejarlas respirar. No es un problema grave pero si habría agradecido que Disney se hubiera comportado como lo hace ahora y hubiera hecho una película con pretensiones a una saga para que la primera parte no fuera tan apresurada.

Este tema daría para su propio artículo sobre los problemas de no dejar respirar una historia. De momento me concentrare en el carisma y la personalidad del protagonista a la hora de enfrentar la escritura de una novela. Para ello tenemos a Taron como ejemplo perfecto de lo que no hacer.

Taron es un chico cualquiera, un porquero con ínfulas de ser algo más, sabe que merece ser algo más, que es un gran caballero al que tienen que descubrir. El problema viene precisamente de ahí, de que Taron sabe que debe ser un caballero de brillante armadura que vence a todos con una mano. Lo sabe porque se lo ha creído no porque sea cierto. La cruda realidad es que es torpe, no tiene miedo a nada y no presta nunca atención quedándose siempre en las nubes y provocando con su irresponsabilidad todos los problemas.  Parémonos un momento en el asunto del miedo, Taron al inicio de la película no teme a nada, le da igual el señor del Mal y cree que con solo verle lo evaporara. Los personajes deben tener miedo, sin miedo el valor no sirve de nada. El valor te ayuda a avanzar a pesar del pavor. Aquí ocurre igual que con la oscuridad ¿De qué sirve una linterna si es pleno medio día?

Por esta clase de detalles Taron se nos descubre como un muchacho infantil de pésimo carácter, pocas neuronas y ningún sentido común. Cae mal, así de simple. Taron es un personaje odioso porque se cree más de lo que es, y por culpa de esa actitud acaban sufriendo los demás. Si no se hubiera puesto a soñar despierto no habría perdido a la puerca y toda la trama no habría sucedido. La película se basa en que Taron es un inmaduro que no acepta que querer ser una cosa no hace que seas un experto en ella. Pensar que eres el mejor caballero no hará que por arte de magia puedas manejar una espada.

Ahora me recordaréis que Taron si puede manejar por arte de magia una espada, pero no es así. La espada va por libre. Ayuda por propia voluntad a Taron para salvarle pero no es el propio personaje el que actúa llevado por ella, solo la sostiene. Y al final su irresponsabilidad vuelve a llevarnos a un problema. Se cree el salvador del mundo, cree que podrá encontrar y destruir el caldero antes de que el señor del Mal lo encuentre. Ni siquiera se para un segundo a pensar si las brujas que lo custodian serían una buena defensa contra el villano, ni les pregunta porqué no lo han destruido. Eso a Taron le da igual porque se cree el héroe de la historia. Y al final él único héroe es Gorgi que da su vida para solucionar los embrollos de su amigo.

En definitiva, Taron cae muy mal. Pero el tema no era poner a caer de un burro a un pobre adolescente. El tema es que su arco es muy similar a uno de los personajes más queridos de la cultura popular: Luke Skywalker. Luke también se cree atrapado en la granja de sus tíos, cree que esta destinado a grandes cosas. Pero Luke, al contrario que Taron, nos cae bien.

¿Por qué? Pues en mi opinión es por carisma y humildad. Luke podrá querer una vida más allá de la granja y enfadarse con su tío por retenerle pero le vemos trabajar duro, reparar y limpiar a los droides y desvivirse por encontrar a R2 cuando este desaparece. Luke es un personaje más sencillo y con los pies en la tierra. Si ve un problema que lo ha causado él va a resolverlo sin dudarlo y lo hace bien. Taron en esta situación habría dicho que no es cosa suya o peor, se las habría apañado para llevarle el droide al Emperador en persona.

También hay que tener muy en cuenta el tono y los gestos, Taron si que hace lo que debe pero lo hace como si fuera algo ajeno a él, demasiado insignificante e intrascendente para su grandeza. Ese es el punto vital para que Taron caiga mal y el resto de héroes que comparten sus características caigan bien.

Por eso es muy importante, a la hora de construir un personaje, que este tenga un diseño de personalidad muy bien pensado. Estoy seguro de que Disney no pretendía crear un protagonista antipático y que se fijaron mucho en otros modelos como Grillo o el propio Luke (Campesino que quiere ser algo más y encuentra una espada mágica) y les salió el tiró por la culata.

Y ahí tenéis la conclusión de todo este artículo, ser conscientes de cada mínimo detalle de vuestros personajes, aunque estos tengan actos propios tenéis que conocerlos. Cada vez que le hagáis hablar o pensar tratar de poneros en su lugar y en el lugar del lector que lo va a leer. Un comentario simple tiene mil ramificaciones dependiendo del momento, contexto, entorno y otros personajes cercanos. Lo que nosotros podríamos tomar como algo jocoso puede ser en realidad algo hiriente y que haga que el lector se aleje de nuestro protagonista y empatice con otros personajes, incluso con el villano.

¿Esto quiere decir que no hagáis personajes odiosos? No, por Cthulhu, claro que no. Pero ser conscientes de que es odioso, simpático o frío. Tan importante es la personalidad de nuestro protagonista como la propia historia. ¿Seguiríamos a un héroe que no respetamos, antipático o desagradable? La verdad es que si, pero solo si la historia acompaña a ese comportamiento. Si la historia es el típico vamos a por el malo y soy un chico que ha vivido feliz toda su vida, no tendría mucho sentido que fuera tosco o agrio.

A grandes rasgos lo que quiero decir, porque veo que me estoy yendo por los cerros de Ubeda, es que el proceso de escribir es liberador, puede tomar múltiples formas y desviarse por cientos de caminos. A lo largo de las horas podemos encontrarnos con una aventura completamente distinta a la que planeamos y nos sentimos orgullosos de nosotros mismos. Pero cuando escribes el último punto, no es el final. Es solo un alto en el camino, un mirador desde el que contemplar tu obra y entonces ver dónde has tropezado, que debes pulir y que eliminar o añadir. Y uno de esos tropezones que debes revisar es la personalidad y el carisma de tus personajes ¿Deberían tenerlo? ¿Lo tienen?

Una vez resuelta esas preguntas de forma afirmativa tendrás al personaje que deseabas en una de sus aristas, ahora deberás comprobar que el resto de matices también están bien construidos.

Así que, ¿a qué esperáis para ver si vuestros personajes tienen carisma o cumplen con la personalidad que les diseñamos?

Aquí podéis haceros con ella si aun no la tenéis en vuestra biblioteca.

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