La Cosa dirigida por Quentin Tarantino. Esa es, en mi opinión, la mejor forma de describir esta película. Y un gran halago para Tarantino por mi parte pues la considero una de las mejores cintas de la historia del cine y punto (Hasta que le haga su entrada correspondiente y la ponga por las nubes).

De entrada podríamos considerar esta película como un cuadro, una obra de arte en movimiento. Cada fotograma que vemos podría ser una postal. La fotografía de esta película esta cuidada hasta lo enfermizo. Las tomas del terreno te hacen sentir la inmensidad del lugar, lo peligroso de esas montañas cubiertas de nieve. Solo a nivel visual ya nos apabulla a cada segundo.

Pero no solo en tomas amplias donde vemos toda la belleza natural de la zona, en otros puntos vemos montajes visuales que me erizan la piel y no sé muy bien porque. En concreto en la escena en la que el cochero lleva las armas descargadas al retrete para tirarlas. Esa toma con el escusado en primer plano en un lado y al fondo la mercería de Minnie al lado contrario unidas por la cuerda para no perderse en la ventisca. Bueno, miento, sé porque me pone los pelos de punta. Ese instante me evoca mi amor a La Cosa porque veo La Cosa en ese plano concreto.

También tenemos la propia música, temas rescatados de la obra de Carpenter y al propio Ennio Morricone componiendo el resto de originales. Aquí Tarantino se marca un ejercicio de tributo a esa película que es imposible que no me guste solo por eso ya. Pero luego tenemos sus estupendos y vibrantes diálogos marcas personales de un guionista consumado. Diálogos que pueblan las tres horas de metraje, que aunque muchos digan que Tarantino se recrea demasiado, las considero no necesarias pero si muy disfrutables. En ningún momento tengo necesidad de mirar el reloj.

El tempo está muy bien medido para que no podamos aburrirnos, a base de diálogos, va avanzando la trama pero en ningún momento permite que la historia se estanque, siempre saca un tema distinto o vira a los personajes en otra dirección para que sigamos ansiosos y a la espera de lo que ocurrirá a continuación. Mucha culpa de esto es lo imprevisible que es todo, en cualquier momento puede morir alguien o aparecer de la nada algo que te sorprende. Podría aparecer Alf y decir que es el asesino de Lincoln y no me extrañaría en absoluto. La película siempre juega con esa impredecibilidad para mantener al espectador con los ojos abiertos de par en par. En parte porque puedes ver ciertos giros si estás atento, además de que invita a verla una y otra vez para ver todos los gestos y todo lo que ocurre en segundo y tercer plano.

Y esto es algo impresionante, es muy difícil tratar con segundos y terceros planos en una película. Lo habitual es tener extras y darle cuatro indicaciones para que no se note que son personas de cartón piedra que ni pinchan ni cortan en la trama, solo sirven para que no esté vacío el escenario, y no se le presta atención porque se centra en el primer plano que es dónde debe estar atendiendo el espectador. Pero aquí no se puede hacer eso, solo hay un puñado de personajes, y si, el espectador va dirigido en muchos puntos a mirar a primer plano, pero si enfocas en lo que tienen por detrás ves que el resto de personajes no están esperando su frase.

Uno se va a preparar un café, el otro coge unos caramelos de la repisa, otros dos se ponen a hablar de sus cosas. Este tipo de detalles dan un realismo palpable que te hace convertirte en uno más de los clientes de la Mercería de Minnie. Un personaje silencioso que solo observa pero está ahí, junto al resto. Esto en parte es gracias al tipo de fotografía usada que da un amplio margen de campo de visión haciendo que en una misma toma dónde solo podrías encuadrar la cara del protagonista tengas a ambos lados toda la Mercería para verla sin complicaciones. Lo ves todo. Todo lo que Tarantino quiere que veas y es que el director a pesar de dar toda esa sensación de amplitud, de: Puedes ver donde quieras, dirige mucho al espectador.

Es como un marionetista. Pondré un ejemplo visual para que me comprendáis. En la escena de la guitarra lo principal es Daisey tocando una canción y «La Horca» escuchando. A sus espaldas ocurren cosas sin parar, pero el eje está en estos dos. Bien, Tarantino quiere que veas en un orden determinado a ambos y para ello juega con el enfoque y el desenfoque. Cuando quiere que veas a John desenfoca a Daisey para que tus ojos vayan automáticamente a la zona donde se ve bien. Y cuando necesita que veas los jestos de Daisey hace lo contrario. Juega mucho con este tipo de trucos de lente para conducir al espectador.

No es una herramienta nueva ni original, pero si muy bien utilizada que hoy día (Lamentablemente) es de halagar.

Ahora pasemos con los personajes ya que he mencionado a dos. Tendría que tratarlos como personas directamente porque Tarantino los dota de una entidad propia muy bien definida pero también de capacidad para variar. No son clichés ni juguetes, sus actos son suyos y de nadie más. En una película cualquiera personajes como Mannix terminarían muriendo por ser desagradables o siendo el malo. Aquí no, aquí tenemos un personaje desagradable pero con principios morales (Los suyos particulares, claro) por eso no nos chirría que se ponga del lado del Mayor Warren a pesar de su odio racial. Lo mismo pasa con Warren, es un sádico que odia a los racistas del Sur pero se alía con Mannix en cuanto ve que es de fiar, su odio no le ciega y no nos extraña verlos cooperar.

Así con todos, John «La Horca» puede ser bruto, paranoico y un poco corto, pero a pesar de sus reticencias no duda en ayudar a Warren una vez comprueba que no le causará problemas, o al propio Mannix cuando se lo encuentran en la ventisca. Se nos presenta antipático y desconfiado, pero que ayuda a los otros dos y tampoco nos chirría. Un rasgo no excluye otros, por atípicos que puedan ser su combinación, y están tan bien plasmados que resulta natural ver ese juego de las sillas con los personajes actuando de una u otra manera según el momento. Todos mantienen su personalidad base pero tienen pequeños cambios según la situación. Daisey por ejemplo hace bromas todo el tiempo, sabe que la van a rescatar y no para de hablar, pero la notas aterrada por debajo de todo eso. Sobre todo en el momento en el que le toca amenazar a Mannix cuando ve que todas sus cartas están siendo destapada. Todo lo que vemos en Daisey parece pura fachada pero nos la creemos y al mismo tiempo nos creemos que este aterrorizada, no se pelean ambas versiones de ella, la bruta mentirosa y la temerosa de la horca.

Por todos estos detalles encuentro que los personajes están vivos en este juego de los diez negritos de saber quien es quien y de quien va a traicionar a quien.

Para terminar, si tuviera que ponerle algún pero a la película, sería el capítulo donde vemos la historia de cierto personaje. Me gusta mucho Channing Tattum (Así sabéis de que escena hablo) pero me chirría mucho toda su escena, no es que lo haga mal y la escena en si me gusta por la tensión que se respira en ella pero tampoco me aporta nada lo suficientemente relevante como para que no sienta que está metido por meter. Podrían quitarla en edición y no sentirías nada extraño, o tal vez si y yo no lo note. Pero es una diminuta mancha en una auténtica delicia visual, sonora y actoral.

Y es que no puedo irme sin halagar el trabajo de todos y cada uno de los actores. Kurt Russel tira de carisma y nos presentan a un cazarecompensas al que me gustaría ver más; Samuel L. Jackson está para que le den un Oscar y diez si hace falta; Jennifer Jason Leigh se come la pantalla en todas las escenas dando un recital de actuación. Se nota que Tarantino domina este tipo de funciones de la dirección porque nunca tiene una actuación mala por parte de los actores.

Sin duda una de las mejores películas del genero de este siglo y que nos deja con ganas de saber cual será el próximo proyecto de Tarantino.

Aquí podéis haceros con ella si aun no la tenéis en vuestra biblioteca.

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