En una galaxia muy muy lejana surgió una chispa. Star Wars abrió las puertas de par en par, la gente empezó a ver con buenos ojos a la ciencia ficción. 2001 fue un hito, pero fue Star Wars la que demostró que se podía ganar mucho dinero de este genero. Gracias a estas dos películas hoy podemos disfrutar, para empezar, de la película que hoy nos ocupa y sus secuelas posteriores.

La saga Alien es hija directa de Star Wars, pero no se parece un ápice a su padre. Alien es el terror en estado puro, la tensión y el suspense desgarrador. El mimo con el que se construyó esta película desde cero daría para un libro. Empezando por los guionistas involucrados que iban añadiendo capa tras capa de profundidad a una idea muy simple: un alien sale del estomago de un tripulante; pasando por el brillante artista Giger que diseño la nave del Space Jockey, al propio Jockey, el facehugger, el revientapechos y, lo más importante, al Alien (Basándose en sus grabados del libro Necronomicon)

Ridley Scott, sin embargo, es el que debería llevarse la mayor recompensa. Primerizo pero con mucho interés, nada más recibir la película se dedicó a reescribirla. Escribió biografías completas de cada personaje, aunque jamás apareciera en la película, para que los actores las estudiaran y supieran dónde habían estado, que habían hecho, que intereses tenían.

Su visión era clara, no quería una película cutre, no quería la típica ciencia ficción heredara de los cincuenta.  Él quería dejar su marca en el cine, se esforzó en dar algo único, bien hecho y muy bien pensado.  Para Scott, todo lo que apareciera en pantalla debía parecer funcional, real, que pudieras tocarlo y no se rompiera porque es plástico barato.

La Nostromo debía parecer una nave industrial vieja, que llevase décadas en uso. Quería una tecnología verosímil, funcional y que no pareciera nuevo. Lo que consiguió fue que la Nostromo pareciera un camión.

Lo mismo ocurre con LV-426, el planeta cubierto por el viento arrasador parece real y hostil, la nave del Space Jockey parece de otro mundo, y el interior, el interior es el mejor ejemplo de lo que comento de Scott, construyó la cámara del piloto entera, gastándose en el proceso medio millón de dolares.  Incluso puso a sus propios hijos con los trajes espaciales para que la habitación fuera aun más grande.

Se gastó una burrada de presupuesto solo para una toma de un par de minutos para dar un empaque a la película que pocas veces se había visto. Esa simple escena ya te daba la escala de la película. Quería dar algo que nunca habíamos visto y si se tenía que gastar cientos de miles de dolares en una toma, lo hacía. Esto tuvo la desventaja de que nos quedamos sin ver la Pirámide, dónde estarían los huevos, pero eso nos permitió tener a la reina en Aliens, pues la primera tenía varias escenas que explicaban el ciclo reproductivo del Xenomorfo como una entidad única, solo se necesita un individuo para reproducirse.

Hablando de Xenomorfo, el diseño del alien y sus apariciones están medidos al milímetro. Cada aparición, desde la primera a la última, está pensada para aterrorizar y fascinar. Vemos un monstruo perfecto, sin visos de moralidad o ética. Además, Scott parece tener claro que el traje podía ser increible pero cantaba bastante, sobre todo en las manos (Parecen guantes de fregar) por lo que lo mostró lo justo. La película dura más de dos horas y al alien solo le vemos 18 minutos.

Una anécdota de su diseño: (No, no voy a contar que esta diseñado como un pene, porque eso lo sabemos todos, Giger está obsesionado con las pollas y las vaginas. Mirad el diseño original del abrazacaras y del huevo) los ojos. No tiene. El Xenomorfo carece de ojos porque Giger mantenía que los ojos son el reflejo del alma, al quitárselo, le despojaba de cualquier tipo de bondad o empatia.

Pasemos de seres sin alma a cabrones rellenos de leche y el resto: los personajes. Siete personas en la nave, y a las siete las recuerdo perfectamente. No por sus nombres, salvo Ash y Ripley por lo obvio, pero recuerdo a los dos currantes amargados por sus sueldos. A la histérica, al capitán superado por la situación, al androide cabrón y al grandisimo John Hurt como el pobre Kane con indigestión. A Ripley no creo que haga falta presentarla, se ha convertido en uno de los héroes de acción más famosos de la historia del cine, y con razón.

Aquí vemos sus primeros pasos como una persona competente que se debe imponer para que no se le suban a la chepa (Esto traspasaba la pantalla, Weaver era primeriza, y el resto del reparto la dejaba de lado porque la consideraban una enchufada), vemos a una líder que se crece en la adversidad. Ve lo mal que se están poniendo las cosas y se carga sobre sus hombros la supervivencia de todo el equipo y la destrucción de ese ser. Mueve cielo y tierra por sobrevivir. No ha llegado la madre todoterreno que veremos en la segunda, pero ya en el final deja claro que Ripley puede con todo.

Tengo que decir, antes de terminar, que esta película la vi muy tarde. Siempre he preferido la segunda parte, y paso mucho tiempo hasta que descubrí que Aliens era una continuación. Seguiré prefiriendo la obra de Cameron, pero tengo que reconocer que Scott hizo una auténtica obra maestra del cine. Scott, Lucas y Kubrick son los padres de la ciencia ficción moderna en el cine. Gracias a ellos Cameron  y compañía pudieron darnos esos peliculones.

Por eso tenemos que poner a Scott dónde se lo merece, el artífice de una de las mejores películas que he visto, con uno de los universos más ricos y maltratados del cine.

Gracias Scott. Gracias a ti pude disfrutar como un enano con la siguiente que comentaremos y sus dos madres.