Cariño y nostalgia, así podría definir mis sentimientos hacia esta película que no es más que un regular en la carrera de Arnold. Seguiré viéndola con relativa asiduidad pero con el tiempo ha perdido el lustre que tenía para mi. Pero me va a servir muy bien para que veáis de primera mano la importancia del tono y los personajes en una historia, y como estos pueden encumbrar o destruir cualquier obra.
¿Qué nos encontramos aquí? Un Arnold depresivo y suicida que trabaja en seguridad privada y se ve envuelto en una investigación que le llevará a descubrir que el diablo ha regresado a la Tierra para fecundar a una mujer y así dar comienzo al apocalipsis.
Antes de que os intentéis ir he colocado explosivos en vuestras sillas, si cerráis conoceréis al diablo muy pronto. Vamos a seguir con esta tomadura de pelo, anda.
Acabo de dar en el clavo, es una tomadura de pelo porque la película no sabe que quiere ser y se boicotea a sí misma. Tenemos una trama oscura y sombría dónde hasta los buenos cometen atrocidades por un bien mayor. Los curas tratan de asesinar a la mujer seleccionada por Satanás para evitar así que tenga el antiCristo (Si me preguntáis a mi lo considero una idea cojonuda, una mujer por siete mil millones es un trato justo, pero esta película dice que eso esta mal así que nos aguantamos). Tiene escenas tormentosas, que no dan miedo pero si dejan mal cuerpo.
No creo que tenga intención de asustar, (O no lo consigue) pero si deja esa sensación de un estomago revuelto, de que las cosas no van bien. Carga el ambiente y lo enturbia, con escenas demenciales como el hombre que se descompone en el metro, la violación mental de Christine (La chica) o la manzana que parece un circulo del infierno de Dante. Sin contar con el cura crucificado con el pecho cubierto de letras en latín.
La trama en sí y la actuación de Gabriel Byrne (El Diablo) nos llevan a pensar en algo parecido al Bebe de Rosemary, sutil y amedrentador del bien contra el mal a base de fe y miedo. Una historia de detectives enfrentados a fuerzas sobrenaturales. Un relato de Lovecraft a grandes rasgos.
Es una idea buena ¿Verdad?
Ahora añadimos a Arnold con un personaje atormentado por la muerte de su familia, escéptico y sin fe por culpa de ese hecho, o más bien con un odio irrefrenable hacia Dios. Quiere descubrir la verdad tras un atentado a un cliente suyo (Byrne) y acaba metido en todo el lío del fin de los tiempos. Todas sus escenas son sobrias, de detectives.
¿También interesante? Por supuesto, da gusto ver a Arnold esforzándose por actuar.
El problema viene que sigue siendo Arnold así que vamos a meter acción cuándo el director no parece estar cómodo con ella. Es imposible que le gustase la idea de las escenas de acción cuándo empieza con Arnold colgado de un helicóptero como si fuera Pinocho y tirándolo durante minuto y medio de un edificio de diez plantas. Es acción metida con calzador.
Luego llega otro problema, sus frases lapidarias, todas memorables. Le grita al propio Lucifer que es un monaguillo comparado con él ¿Cómo no me va a gustar estas salidas de tono? Para después tirarlo por la ventana como si fuera un saco de patatas. Adiós, Ángel Caído. Disfruta de la hostia cuándo llegues al suelo.
Terminando con la mítica escena de: Vamos a armarnos hasta en los pulgares. Se baja a una misa negra y se lía a tiros con el mismísimo diablo. Todo explota, Arnold mola mil y acaban huyendo a una Iglesia dónde volvemos a la sobriedad de un Arnold que descubre de nuevo la fe y le pide a Dios que le ayude. Acabando con él suicidándose para evitar que Satanás le utilice para llegar hasta Christine.
Fin.
Creo que ya habréis visto cuál es el problema de esta película. Si. Arnold. Me encantaría verle en una sátira que no se tomase esto en serio, que se liase a puñetazos con todos, hasta con la puerta.
El problema es que es él lo único que destruye el tono. La película, claro esta, cuenta con una ristra de problemas del tamaño de la flor que tiene en el culo Harry Potter, pero el principal es Arnold. Un actor más sobrio como Kevin Bacon, por poner un ejemplo rápido, podría afrontar esta película y nos daría un personaje mucho más cercano al tono general de la película.
No puedes pretender sacar un thriller sobrenatural serio y oscuro y al mismo tiempo tener a Frase Lapidaria Johnson de protagonista. Simple y llanamente no pegan ni con cola ambos mundos. O cambias el tono de la película o quitas a Arnold. Las dos cosas no casan y acaban provocando que las partes más serias te estorben porque tú lo que quieres ver es a Arnold dando palos al diablo hasta que le salgan moratones en el carnet de identidad.
Ese es el problema que tenéis que evitar a la hora de abordar una historia. Puede gustarte la mermelada y la mayonesa, pero no significa que vaya a estar bueno un bocadillo de mermelada y mayonesa. Tienes que ir con mucho cuidado o te saldrá este esperpento de película que no me cansare de ver, pero que cada día es más tonta.