Las presiones de una senadora del Congreso de los EE.UU. convierten a la teniente Jordan O’Neil en la primera mujer que forma parte de una unidad de élite del ejército, concretamente los Navy SEALs de los marines. En el fondo, nadie espera que sea capaz de superar un régimen de entrenamiento tan severo que obliga a que el 60% de los hombres tiren la toalla. Pero O’Neil está dispuesta a demostrar que todos se equivocan.
Os presento una de mis películas favoritas de niño. Era un niño peculiar, cuándo vaya sacando el resto lo iréis viendo. La teniente O’Neil me atrapó desde el mismo instante que empecé a verla. Tuve la suerte de pillarla en medio del entrenamiento (adoro las películas que tienen entrenamiento militar y como se forja el compañerismo a martillazos) y no desde el principio.
Empezaremos por ahí. Esta película no tengo muy claro porque se hizo pero mete golpes de remo a todos, incluido el cuerpo de operaciones especiales. Vemos desde el primer minuto como todos los progresos para llegar a tener un cuerpo militar mixto no son más que una farsa política para quedar bien y rascar votos.
La senadora que propone esta iniciativa y que se supone que tenemos que aplaudir y seguir no deja de ser una titiritera que arroja a los leones a sus muñecos una vez le dejan de ser útiles o para conseguir alargar su vida política. El propio ministro de Defensa elige el entrenamiento más duro del mundo para librarse de esta molestia más pronto que tarde. Se habla también de la homofobia, el racismo y el machismo que impregna la práctica totalidad de los cuerpos militares de Estados Unidos.
Luego dirán que es una película panfletaria pero no le tiembla mucho el pulso a la hora de mostrarnos una desagradable verdad. Jordan O’Neil no quiere un trato especial, ni quiere un camino de rosas ni ser un baluarte publicitario, quiere que la dejan participar en el entrenamiento. Y nadie parece querer hacerlo de buena gana.
Tampoco se cree en Jordan, nadie. La senadora llega a afirmar que le parece increíble que lograse aguantar tanto tiempo que a ella le bastaba una semana y fuera para quedar bien. Los militares lo mismo, no pensaban que una «simple» mujer tuviera la fuerza de soportar el entrenamiento más insoportable y doloroso que existe hoy día. La única que cree en ello es la propia Jordan que a más la putean, a más impedimentos le ponen de por medio más ganas tiene de llegar al final y demostrar que se equivocan.
He hablado de homofobia y viene aquí, cuándo a Jordan ya no hay quien la pare y a la Senadora se le acaba su vida política y tiene que revitalizarla con algo de carnaza. ¿Solución? Le tiramos a la prensa la falsa sospecha de que Jordan es lesbiana y el ejercito ya se encargará de echarla. Es «maravilloso» el hecho que no pueden preguntar directamente ni ella responder pero como existe la sospecha te echan y ya esta.
Habría estado bien que Jordan dijera que eso importa más bien poco para empuñar un arma, pero no le pediré peras al olmo. Bastante tiene con demostrar que no es un problema de que las mujeres combatan, es un problema de que los hombres son estúpidos y las tratan de otra forma aunque estén sangrando a tu lado en una ciénaga infecta.
Esto lo dice el propio Comandante en Jefe, el problema no es Jordan, el problema son los demás soldados. Ellos son los que deben adaptarse y, si me lo permitís, madurar.
Le doy muchos palos a Scott últimamente, dentro de un par de párrafos le daré otro por tradición, así que me apetecía sacar a relucir los proyectos que me gustan de él. La película no parece casarse con nadie salvo con lo más bajo del escalafón militar, los compañeros e inmediatos superiores de O’Neil que son los únicos que le reconocen sus méritos. Al resto de individuos y organizaciones que pululan por la cinta los golpea directa o indirectamente.
Además, Scott nos da uno de los mejores entrenamientos militares que he visto en cine, dónde además vemos las intenciones de todos y como evolucionan paso a paso. El compañerismo, los valores que quiere inculcar el comandante en jefe, etc. El momento «Chupeme la polla» es glorioso por la escalada de tensión que tiene y como la rompe de golpe.
Pero, y esto no se lo voy a disculpar, el último tercio en Siria es un desastre. Parece dirigido por un mono que se divierte pulsando el zoom. Cortes abruptos, unos cambios de plano rápidos y dolorosos. La cámara no se esta quieta en ningún momento, en el mal sentido, no para de marear con movimientos absurdos. Parece que se quedaron sin presupuesto y había que hacer una batalla de cien contra diez pero con veinte duros.
Hasta las escenas de apoyo aereo son de risa. Se ve dos veces seguidas como matan a dos personas tirandoles misiles. No es broma, es un montaje horrendo que deja estas perlas. Es un bajón de calidad inimaginable. Le estaba quedando una película muy larga, presupongo que por eso se recortó mucho, pero esto es salirse por la tangente y entregar el trabajo a medias. Hazla quince minutos más larga y montame un resumen de Black Hawk Derribado en esos veinte minutos finales.
Curiosamente, mencionando esta película ¿Será posible que Scott la hiciera para resarcirse de este final? Sería divertido de ser cierto.
No puedo comentar mucho más. Es una de mis cintas favoritas por su parte central, pero cada vez que la termino de ver acabo con esa sensación de que me han quitado la película y me han puesto una serie mala de los 2000 con ese horroroso montaje de videoclip.
Aun así es mejor que Prometheus.