Junio de 1944. Un grupo debe infiltrarse en la Francia ocupada para rescatar a un hombre que ha perdido a sus hermanos para llevarle a casa.

En una palabra, épica. Esta película es épica en tamaño y sensaciones. No se guarda nada y lo tira todo en cuánto tiene ocasión para sacudirnos y hacernos estremecer en un torbellino de emociones.

Steven Spielberg no rueda una escena de acción espectacular. Nos coge y nos tira en una playa llena de cadáveres, con las rodillas hundidas en la arena roja por la sangre y con una lluvia de balas y morteros incesante que nos aturulla y nos ataca los nervios. Nos hace vivir el desembarco de Normandia como nunca antes habíamos visto.

La sensación de caos y descontrol es total. Estamos de lleno en una guerra cruel y nada sale bien, pero tenemos que avanzar para no morir como nuestros compañeros. He usado la persona correcta, cuándo veo esta película siento que estoy allí y que en cualquier momento me pueden arrancar las piernas de una ráfaga.

Es una recreación realista de lo que tuvo que ser el Día-D, un infierno en el que todo lo que podía salir mal, salió mal. Y aun así no se rindieron y avanzaron a pesar de las cortinas de balas continuas hasta tomar Dock Green 1.

Y esto es solo el inmenso prologo de 20 minutos que nos deja tiritando con la adrenalina a tope y la sangre retumbando en nuestros oídos.

Gran parte del merito lo tiene el sonido que nos acompaña durante todo el metraje. Una construcción digna de estudio en la que cada sonido esta puesto ahí con cuidado. Este esfuerzo se ve recompensado con un resultado final envidiable. Si escucháis esta película con unos cascos o altavoces envolventes os veréis sumergidos de lleno en la Francia ocupada. Siempre se escucha algo, aunque sea muy lejano, el retumbar seco de los morteros, el silbido de las balas, la detonación de un disparo de rifle de precisión, la contundencia de una ametralladora pesada, la brusquedad de un cañón de 90 mm.

Si a eso le añadimos una fotografía única que nos retrotrae a la vista en los documentales nos sentimos de lleno en el conflicto. Es una película con unos colores pálidos y apagados que consiguen que la sangre destaque más. No es el tipo de fotografía que me guste porque hace muchas cosas raras con la luz (Intencionadamente), pero veo el propósito y que casa  a la perfección con lo que busca contar.

Comentar el detalle que tiene la película de mostrar la hipocresía del ejercito, aunque no vaya abiertamente contra él, pues en más de una ocasión expondrán lo absurdo que es poner en riesgo a ocho hombres para salvar a uno solo porque sus hermanos han muerto.  No es el único tema que trata, pues vemos la crudeza del conflicto, el daño emocional, físico y mental que provoca estar en esa maldita guerra y como cada uno lo afronta a su manera.

Tiene momentos de agarrarte el corazón y estrujarlo hasta dejarte como un cromo. Solo el final ya te deja con la lagrima. Pero sin duda para mi el momento más duro es el relacionado con el personaje de Nathan Fillion (Si, en esta película pululan un montón de rostros conocidos haciendo pequeños papeles). A pesar de no tener una voz acertada, toda la escena te deja muy mal cuerpo y ganas de ir a darle ánimos a Fillion. Es muy dura, aunque la gente suela tomársela a cachondeo.

Si tuviera que ponerle un pero es que peca de villanizar en exceso a los alemanes hacía el final de la película. Estaba retratando muy bien el conflicto para que llegados al final me los pongas como si fueran el mal encarnado, solo falta Chernabog por detrás bailando. Solo lo hace con un personaje pero se nota. No voy a decir nada de como ejecutan a soldados heridos porque los aliados también lo hacen.

Fuera de ese pequeño bache que le noto, la película cumple con creces y te dejas arrastrar cuándo te esta manipulando para que sueltes la lagrima. De lo mejor que ha hecho Spielberg tras las cámaras y eso hablando de quien estamos hablando es un elogio muy grande a esta película.

No puedo dejar fuera de la reseña algo tan importante como la Banda Sonora, que siempre olvido mencionarla y aquí tenemos a un grande tras la batuta: John Williams. Nos ofrece una composición preciosa y que encaja como un guante. Antes de grabarla, Williams pidió a Tom Hanks que leyera una carta (Importante en la película) para que los músicos se metieran emocionalmente en la historia. Un detalle más de un genio de la música.

El consejo final es el mismo que con los Violentos de Kelly ¿Te gusta el cine bélico? Esta película es un imprescindible.

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