Hellboy es un demonio hijo del caído que dedica su vida a defender el mundo de las entidades sobrenaturales que lo pueblan y quieren destruirlo.
Guillermo del Toro nos trae la obra de Mike Mignola al celuloide en una película cargada de carisma, artesanía y aventuras paranormales. Una joya visual que usa todos los recursos a su alcance para crear un universo único y en más de una ocasión juega con los mismos para rememorar el trabajo artístico de Mignola.
Tenemos escenas completas dónde las luces y sombras crean un efecto que hace que Hellboy parezca salido de las viñetas. Los propios efectos ayudan mucho a esa sensación plástica. Tienen una integración los digitales con los artesanales de tal magnitud que muchas veces eres incapaz de discernir uno de otro.
Ayuda mucho a la inmersión que cuándo vemos a Hellboy saltar, este saltando el propio Hellboy y no un modelo digital; si vuelta un coche es de verdad, si se derrumba el techo es de verdad. Todos esos detalles ayudan a creerte los momentos más imposibles que si requieren el uso del ordenador.
Un elemento paralelo a esto es la magia en este universo. Es una magia poderosa pero no es espectacular, no salen rayos y truenos mientras escuchas los gritos del conjurador, escuchas un par de susurros y ya esta. Esto hace un genial contraste cuándo llegamos al final y vemos el aumento de poder.
Los personajes principales son pura carisma y con cuatro trazos nos describen a todos con sus diferencias, virtudes, defectos y personalidades. Hellboy es un imprudente en busca de aceptación, Abe es pragmático e inteligente, y así con todos. El mayor defecto viene del personaje-público, el chico nuevo que llega para sustituir a alguien. Es un recurso barato para que el espectador no se pierda y que las explicaciones no queden absurdas (Como explicarle que es un agujero negro a un astronauta veterano). Su peso tiene, esta para eso, pero es un cascarón vacío sin gracia ni nada. Es un chico simpático y trabajador, no sabemos que le gusta, no sabemos a que aspira, lo único destacable es que le gusta Liz y quiere ligarsela de la forma más cutre posible. Si lo hubieran cortado sin más no creo que la película se hubiera resentido demasiado. Hasta cierto punto creo que es cosa de los productores ya que con la segunda (qué es mucho más personal) se libran del personaje y todo se explica de forma natural y visual.
Otro personaje que no me aporta nada es la villana. Rasputin y el nazi loco tienen momentos muy buenos y su mera presencia ya impone respeto. Sin embargo la nazi no me aporta demasiado, solo que esta enamorada de Rasputin y que lo devuelve a la vida. En el comic no es que sea muy diferente, pero al menos le daban algo más con lo que trabajar. Llegas al final y parece un enemigo más, ni la conozco ni me impone ni me importa.
Fuera de estos dos, el resto son muy buenos como ya comentaba. Resputin impone con su presencia, sientes poder al verle, es alguien que sabe que todo va a salir según su plan. El nazi loco de las cuchillas tiene un diseño increíble, toma prestado la imagen visual de su homologo del comic pero el resto de su personalidad es inventada para la película, y es un acierto. Al menos en mi opinión y es que caigo rendido ante del Toro y su amor por los mecanismos.
Como adaptación, aunque se aleja bastante del argumento de Mignola, me parece más que correcta. Las diferencias que realizan en el guión tienen sentido, reducen las presencias paranormales al mínimo (para que el espectador no se pierda). Reducen la plantilla de villanos, se deshacen de algunos monstruos reduciéndolo a la presencia inmortal de Samael. Crean un clímax bastante más emotivo y visceral, y es que en el comic no siento los vínculos entre los personajes tanto como en la película.
En general es una película que supera al original en algunos puntos y no lo alcanza en otros. Estarían empatados el comic y la película, lo que me parece una puntuación perfecta.
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