Un gran comienzo seguido de un declive con altibajos. La etapa de Daniel Craig al frente de una de las franquicias más longevas de la historia es un ejemplo perfecto de como desaprovechar el material de partida.

Casino Royale era un golpe encima de la mesa. Tras la despedida de Pierce Brosnan y su Bond más alocado y extravagante llegaba Daniel Craig para asentar la eterna saga de 007 en el barro. Martin Campbell volvía a iniciar al personaje y esta vez usaba todos los trucos que se habían puesto de moda en el cine de espías.

El propio inicio de la película era una declaración de intenciones. Ahora Bond sería sucio, se mancharía las manos y recibiría palizas por llegar a su objetivo. No tendríamos al típico agente siempre bien vestido y con una sonrisa socarrona, Daniel Craig peleándose de una forma sucia en un baño, usando todo a su alcance. Era más similar a Sam Fisher que a James Bond.

La espectacularidad no iba a dejar de ser parte de la esencia, pero en lugar de grandes persecuciones por un palacio de hielo a bordo de deportivos de un cuarto de millón teníamos una persecución por un edificio en obras con Bond atravesando paredes con la cabeza. Es más mundano, menos elegante y mucho más agresivo. Era un gran comienzo que incluso se atrevía a profundizar en el personaje.

Golden Eye ya empezaba a dejar caer que Bond es un ser arcaico, misogino y machista tan anclado en el pasado como el sistema que le creó. No se ahondó demasiado más allá de unas bromas pero aquí se vuelve a recuperar para hacerlo más humano, para tratar de deconstruirlo y en el proceso enseñarle que su ego le pesará demasiado si sigue cargando con él.

Incluso se atreven con esos veinte minutos finales que podrían haber matado cualquier película de este género y sin embargo aquí la elevan pues Casino Royale no solo sirve para reiniciar la franquicia, también para mostrarnos como se forja alguien como Bond. Ese final con Vesper te explica como se convierte en ese frío y desapegado personaje que aventura tras aventura hemos ido viendo a lo largo de décadas.

Entonces llegó Quantum of Solace y todo lo aprendido se fue por la borda. Secuela directa de la anterior y no logró alcanzarla. Un villano sin presencia, una trama que se cree muy compleja y no deja de ser un sucedáneo de la típica organización malvada que luego no llega a nada pues el final parece enlazar más con una venganza personal de Bond que con lo que llevamos viendo toda la película.

Admitiré que la secuencia inicial es una preciosidad, el nuevo Aston Martin nos dio una maravillosa persecución por carreteras, mi preferida en las 24 películas que llevamos. El problema es que tras esa secuencia y la conversación con el señor White todo se desploma. Era muy interesante lo que nos contaba y te daba una sensación de paranoia pues no sabías en quien confiar, después se olvida y no volvemos a tener este tipo de jugadas ni se menciona más.

Parece una secuela fabricada a base de escenas que quedaban bien y a rebufó de Casino Royale.  Ni siquiera la traca final llega a interesarme, nada de lo que ocurre me atrapa es como ver una secuencia de vídeo, no llegó a empatizar con nada ni con nadie. Daniel Craig ya daba visos de agotamiento, no debió gustarle nada el guión pues se mueve con cierto aburrimiento.

Skyfall repuntó y llegó a brillar, pero tengo la sensación que se trata de un efecto rebote. La gente llegaba de una secuela pésima y ahora se encontraban con una película bonita y bien rodada, un villano interesante y volvía al intento de Casino Royale de humanizar a Bond, esta vez en base a desgastarlo física y emocionalmente.

Buenas ideas bien ejecutadas. Sin embargo el tono esta mal. La cinta juega en dos ligas opuestas y enfrentadas que no pueden funcionar. Toda la película va enfocada a la última misión, los últimos días de Bond. Desde lo que ocurre en Turquía estamos siendo testigos de como James esta en las últimas, apenas puede ponerse en pie, esta en plan autodestructivo y ha perdido facultades.

Toda la película parece enfocada a despedir a Daniel Craig. La escena del museo es muy clara, habla de como un viejo barco es arrastrado por uno más moderno rumbo a ser desmantelado. Esto era el final de una etapa y al mismo tiempo iba dejando detalles cariñosos a los seguidores como el Aston Martin con los trucos. Sin embargo llegamos al epílogo y reabren la puerta a una nueva generación pero con el mismo actor. El tono de despedida no se lleva bien con el de inicio es absurdo.

Y claro, Skyfall sacó mil quinientos millones en taquilla así que los productores volvieron a contratar a todos de nuevo sin aprender nada de lo ocurrido en Quantum of Solace. ¿Resultado?

Spectre.

Aquí llegamos al mayor despropósito de la etapa. Quantum era olvidable, Spectre es insultante. Quiere imitar sin ninguna clase de gracia el estilo de Misión Imposible, al mismo tiempo quiere rescatar la diversión de los Bond clásicos y a su vez mantenerse «seria y adulta». El resultado es una aberración sin gracia. Traen a uno de los villanos más memorables de la saga y a un gran actor para interpretarlo solo para repetir a Hans Landa de Malditos Bastardos (Solo que aquí no esta Tarantino para escribir los diálogos y queda en un personaje imbécil).

Lo tiene todo, un romance que surge de la nada, más pasado traumatico de Bond que a nadie le importa porque no lo han explicado bien, un villano idiota, un villano secundario aun más tonto, un tercer villano que es, si cabe, aun más estúpido y todo aderezado con un intento cutre de aunar todas las películas de Daniel Craig como si ocurrieran en la misma linea temporal (En las anteriores aunque había guiños se trataba de episodios independientes) y encima se atreve a calcar el final de Casino Royale de una forma insulsa.

Esta película es aun peor si la ponemos en contesto, Skyfall terminaba como un inicio y Spectre es el final. ¿Para qué prometes algo en una si haces lo contrario en la siguiente? Es lo que pasa cuando son los productores los que deciden en base a la estadística de ganancias. El resultado es evidente, un bajón en crítica, público y taquilla y a Daniel Craig quemado por completo.

La mayoría de sus escenas denotan hastío y cansancio, en lugar de actuar pone morros de pato. Apenas habían pasado diez años entre una y otra y parece que ha envejecido cuarenta.

Es una lastima lo que le ha pasado a una etapa que empezó tan bien. Podrían haber seguido por esa senda verosímil con grandes escenas de acción como la que ocurre en  Sudafrica o en Miami. En su lugar tenemos idas y venidas de gente que no tenía muy claro que hacer, iban creando remiendos y dando golpes de timón de vez en cuando a la espera de que sonase la flauta del asno. Sonó con Skyfall y repitieron todo con el fin de que el burro volviera a tocar la tonada. Evidentemente no funcionó.

Ahora mismo se sigue hablando de una nueva entrega, de nuevo con Craig al frente y no puedo estar más preocupado por ello. Sería la película número 25 del personaje con un actor que lleva años queriendo alejarse de él. Podrían escoger a un nuevo actor aprovechando el final de Spectre, Craig ya se ha marchado. Idris Elba, Tom Hiddleston, Jason Isaac, la lista es interminable, incluso podrían darle la dirección a Spielberg que lleva décadas deseando hacer una. Pero me temo que tendremos otro experimento que no sabe que hacer.

Desanima mucho hacer esta entrada pues me gusta Daniel Craig y Casino Royale. Pero incluso la mamarrachada que hizo Pierce Brosnan en su despedida me pareció más digna que lo que han perpetrado aquí (Y es una película que me molesta mucho por su inmensa cantidad de bromas sexuales estúpidas).

Warner, sé que me estás leyendo, contrata a Jason Isaac.