Es la segunda vez que traigo este juego a Palabras desde Otromundo, y esta vez, con su estreno ya lejano en el tiempo, vamos a adentrarnos en su narrativa y en cómo puede animaros a perder ese miedo como escritores. Esa espina que se nos clava como una pregunta constante de ¿Estaré haciendo algo original?
Este artículo lo haré dando por hecho que habéis jugado o que no os interesa lo más mínimo, por lo que comentaré detalles y claves de la trama. En caso de que os interese jugarlo en el futuro os aconsejo que dejéis de leer aquí y lo retoméis en el futuro. Dicho esto, pasemos al artículo en cuestión.
Tuve la idea de escribir esta entrada cuando estaba volviendo a ver la historia del juego y me fui dando cuenta de ciertos detalles que se relacionaban con algo que, como escritor, siempre me ha reconcomido: Originalidad. Las ideas que se me han ido ocurriendo a lo largo de los años, que he ido diseñando con mucho interés llenando páginas y páginas de detalles, tramas y personajes, todas han tenido algo en común en mi mente: «Me suena de haber visto esto en otro sitio».
Y en la mayoría de casos es cierto, lo que escribimos o desarrollamos ya se ha hecho de una forma u otra. Puede cambiar el prisma, la forma de narrarlo, detalles de la trama, contexto u otros factores, pero en una gran mayoría de casos, por no decir todos, se hace algo que ya ha sido contado. Hércules de Disney no deja de ser el Superman de Richard Donner, compartiendo muchos puntos claves pero siendo muy distintas.
Until Dawn es el ejemplo máximo. Todo en ella recuerda a cine de terror en su multitud de vertientes. El juego está plagado de momentos, personajes y detalles del slasher ochentero, el survival, el monstruo contra el hombre, con ambientes clásicos como el hospital psiquiátrico, las minas, la cabaña, el bosque, las cuevas.
Transita sin ningún miedo de un elemento a otro sabiendo que si se estanca en uno de ellos aunque sea un minuto de más aburrirá. Es consciente de que está construyendo un puzzle con piezas mil veces vistas y predecibles, y con esa autoconsciencia construye algo único y especial pues combina los elementos para sorprender.
Los amantes del género puede que vean venir muchos giros, pero la inmensa mayoría irán prediciendo la trama solo para descubrir que la narrativa da un volantazo y se sale de la carretera para despeñarse colina abajo y acabar en un sitio que no se esperaban. Esto se debe a que no le preocupa no ser original con la historia que cuenta y se preocupa en cómo contarla.
Trata de ser única imprimiendo a algo conocido su propio sello. Muchos han hecho historias de asesinos, o de monstruos, o de supervivencia en un entorno hostil, pero ellos lo han combinado todo y lo han hecho fluir de una forma disfrutable y que te deja al borde del asiento deseando saber que pasará a continuación. Porque sabe en qué momento cortar una trama y saltar a la siguiente para mantenerte tenso, como tras la desaparición de Jess en las minas salta de nuevo a la casa para introducir una historia de fantasmas que acaba disolviéndose como un truco manipulador en el momento justo.
Todo esto lo escribo, volviendo a repetirme como un loro, porque a veces nos obcecamos y nos flagelamos en busca de la historia original perfecta cuando a veces lo único que necesitas es la historia que te gusta, aunque sea común, porque lo importante de dicha historia eres tú, solo tú la contarás como quieres contarla, dando algo único, tu prisma, tu forma de narrar, tu forma de manejar los personajes, de escribir los diálogos.
Stephen King escribió Salem’s Lot porque se preguntó ¿Y si Drácula apareciera en un pueblecito de Maine? No pensó que los vampiros eran poco originales, simplemente escribió la historia que quería contar partiendo de un elemento muy típico en la literatura. Podría dar mil ejemplos como este; En las montañas de la locura es considerada la mejor obra de su autor, H. P. Lovecraft y es la continuación espiritual de Las Aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe. El propio Lovecraft la escribió con esa idea en mente e incluso en el primer tercio de la historia se nos recuerda la obra de Poe para dejar claro al lector de dónde viene ese viaje a la Antártida narrado por Lovecraft.
Y en un ataque de ego os pondré una de las historias que estoy desarrollando como ejemplo también: Aguas Quemadas. Aguas Quemadas es la historia de un hombre que acaba en un pueblo abandonado que hace años fue víctima de un vampiro. Toma muchos detalles de Salem’s Lot aunque no haya leído la novela. Soy consciente de las similitudes con la obra de King, e incluso estuve pensando en que cambiar para que no se pareciera tanto hasta que me paré a reflexionar. ¿Qué más da? Tiene ciertas reminiscencias pero la historia que estoy creando será mía porque está influenciada por mis gustos, por mi forma de ser y de pensar y al final aunque no sea del todo única, será mía y la disfrutaré.
Al final, creo que eso es lo más importante, que disfrutemos escribiendo. ¿Para qué atormentarse pensando en que nuestra idea se parece mucho a esto o lo otro? Es una tortura vacía y un tiempo que podríamos aprovechar en disfrutar esa historia que se nos ha ocurrido.
Vivir esa historia a nuestra manera y compartirla con nuestra forma de narrarla. No sé si este artículo os ayudará a perder ese temor, o si entenderéis lo que quiero decir, por eso terminaré animándoos a escribir. El mundo necesita vuestra voz.