Aquí tenemos una de mis historias favoritas de Lovecraft, más por lo que se intuye que por lo que es en realidad. La historia en sí nos cuenta los últimos días de un submarino alemán herido de muerte durante la Primera Guerra Mundial.

Somos testigos de como el capitán de la nave, tras ser atacada y tocada de gravedad, se niega a regresar a la superficie. Obsesionado con cumplir su tarea como militar, como si fuera su máxima y que toda su vida gira en torno a ser un gran militar. Vemos en él los rescoldos de una familia de origen noble y caballeresco que se ha degradado por el tiempo pero aun tienen esa nobleza en su sangre. Entended nobleza como gente de alta cuna, este capitán no tiene nada de noble, ni de bondad en su interior. Solo hay deber en su mente.

Es natural que con el paso de los días, viendo como el submarino sigue bajo el agua y cada vez muestra más y más síntomas de no poder volver a subir, surja un pensamiento conspirador para hacerse con el control y destituir al capitán para salvarse, aunque sea a costa de su libertad y ser atrapados por el enemigo. Quieren sobrevivir.

Al final vemos como el capitán incapaz de manejar esta situación y no queriendo dar su brazo a torcer, va deshaciéndose de toda su tripulación, poco a poco. Los tira por las compuertas de agua sin que le tiemble el pulso. Al final llega a dejar morir hasta a su primero de abordo tras ver como se ha vuelto loco. Esta dispuesto a dar la vida de todos los hombres de la nave con tal de cumplir su misión y evitar que el bando enemigo la cumpla.

Todo este viaje a los infiernos viene aderezado con un par de elementos inquietantes. Los dos aparecen en la misma escena, pero uno de ellos ya da indicios de que algo no va bien en las cercanías del submarino. En las primeras páginas asistimos a un ataque por sorpresa a un barco y como este se hunde y los soldados del submarino los masacran cuando los supervivientes tratan de sobrevivir subiéndose al submarino. Uno de estos supervivientes porta un pequeño objeto, pero lo importante es ese hombre, y como al matarlo y echarlo al mar sigue clavando su vista en un tripulante.

Esa mirada y ese hombre ira apareciendo a lo largo de los días, como una parca justiciera que lleva al alma de los soldados el peso de la masacre y los va alienando como una rata que escava en una pared. Esta es una fuerza externa, la gente puede verlo como una ilusión que pasa siempre por algunas exclusas. Lo interesante viene en la fuerza interna, el segundo objeto siniestro de la trama: un amuleto. Una especie de efigie muy antigua y de gran belleza que parece emitir algún tipo de aura negativa.

La tripulación se siente mal con la presencia de ese objeto, como si fuera capaz de agriar el carácter de todos los que habitan en el submarino y desean librarse de ella, como si dejándola marchar al mar calmasen una fuerza maligna. Esta claro que el capitán se va a negar en banda a dejar escapar un objeto con tanto valor por supersticiones de gente menor. Eso le va a costar la vida de todos sus hombres, pero paga el precio gustoso, no los considera más que mano de obra y cree que ese objeto vale más que cualquier vida menor de gente supersticiosa y mugrosa.

Con toda esta tensión terrorífica y alienante es curioso que el final sea tan cándido. No sería la palabra más adecuada para describirla pero encuentro el final del relato demasiado amable y cálido para la frialdad del protagonista. En dicho final nos encontramos con un solitario capitán que se pasea por los pasillos desiertos de su nave con el amuleto en la mano.

Descubriendo casi por azar una extraña luz en el exterior. Ve maravillado una inmensa construcción en el fondo oceánico, un templo esculpido con mimo y perfección, rodeado de construcciones menores. Un vistazo a una ciudad oculta de todos que parece evocar a tiempos antediluvianos dónde el hombre dominaba el mundo de una forma inimaginable para nosotros.

Intrigado por esa inmensidad, viendo la importancia del hallazgo, lo recorre con un traje de buzo. Asistimos así a unos últimos días donde la obsesión invade al recto y estricto protagonista que ve en aquella ciudad una liberación, algo que debe conocer a cualquier precio. Tras un primer viaje que no le ha dejado llegar más lejos por falta de aire decide lanzarse por segunda vez sin pensamientos en regresar al submarino.

Se adentra en el inmenso templo y ve como este se inunda de pura luz que lo envuelve como un abrazo.

Fin.

Por esos últimos momentos me parece un un final demasiado cálido para alguien tan odioso, pero es propio de Lovecraft otorgar a la gente acontecimientos aleatorios. Una forma de determinar al lector que no existe el destino, que da igual lo bueno o lo malo que seas que podrás sufrir lo indecible por la verdad o la muerta más dulce por el descubrimiento. Siempre acabarás mal, pero el viaje y la forma de llegar al final puede variar y nunca será justo.

Un santo puede enloquecer y caer en la decadencia por tratar de hacer el bien; y un villano puede tener un final dulce y amable  mientras la vida se aleja de su cuerpo. No existe algo similar a castigo por crimen. Todo es azar porque la vida se basa en el puro azar.  Y esa es una de las virtudes que me atraen de la narrativa de Lovecraft, una de tantas.

Aquí sabes que vas a terminar mal pero no sabes como, ni cual será el viaje. Y es en los viajes dónde Lovecraft deslumbra con su forma de escribir y lo imposible que es adelantarse a lo que narra, aunque sepamos el final en la mayoría de relatos, no podemos ni siquiera intuir que llevo al protagonista a esa situación, ni cuando vamos desvelando paso a paso su historia.

En Templo pasa algo similar, nos esperamos un motín, o una historia de fantasmas, pero obtenemos un final trágico pero amable. Un final dónde el protagonista muere porque desea saber más de lo que se le pone delante de sus ojos.

Y es que el saber descontrolado y el deseo de obtener ese saber es un arma de doble filo para Lovecraft.

Lo iremos comprobando en próximas entradas, de momento dejamos al capitán en su sueño eterno bajo las aguas del Atlántico.

 Aquí podéis haceros con él si aun no lo tenéis en vuestra biblioteca.

Narrativa Completa, Vol. 1 (Gótica)

Narrativa completa (Vol. II) (Gótica)