Tres años después de los acontecimientos de Patlabor, la segunda sección debe investigar un nuevo y terrible hecho: la voladura de un puente de la bahía de Yokohama. Las diferentes fuerzas políticas, militares y sociales se acusan mutuamente de querer provocar el caos por todo Japón. En un ambiente de crispación y comprobada fractura social, el ejército sale a la calle aumentando la temperatura peligrosamente. La segunda sección descubre que detrás de todos estos sucesos se encuentra una confabulación que amenaza con desestabilizar el país. El estallido de una nueva guerra civil en Japón es sólo cuestión de tiempo a menos que alguien consiga desenmascarar a los conspiradores.

Esta saga se basa en que el villano gana siempre y los protagonistas tienen que solucionar la papeleta de la mejor manera posible. Me resulta curiosa esa característica tan peculiar y única de ambas películas, los antagonistas son mucho más inteligentes que los héroes, lo tienen todo planeado y al final los logran parar a medias, una victoria amarga. En la anterior vimos como se hundía un proyecto que catapultaría un país entero hacía un nuevo estatus, en esta han sumido Japón en un estado de miedo absoluto en que nadie sabe nada pero la posibilidad de una guerra civil es palpable.

Como podéis comprobar, de nuevo los Labor son una simple herramienta y apenas cuentan con una escena de acción para lucirse, son parte del fondo. Lo interesante está en las investigaciones. Asistimos a una representación increíble de como debe ser una sublevación y una guerra civil. Estamos hartos de ver conspiraciones en cine y televisión, siempre detenidas en el último momento, pero aquí vemos lo que se puede llegar a lograr con preparación y medios.

Un detalle aquí y allá y sumen un país entero en el miedo, con los políticos descabezados y una guerra fría entre la policía y los militares. Los nervios están a flor de piel y nadie quiere disparar, pero tampoco negociar. Es una situación tan tensa y delicada que se impregna en la piel como una pesada losa de cemento. Ves tanques por las calles, a la policía enfrentada al ejercito a la espera de una orden o un error.

Lo mejor es que ningún bando es bueno, malo o regular. Vemos como el ejercito se posiciona por toda la ciudad para evitar una sublevación civil y los soldados actúan como personas normales. Cumplen ordenes, tranquilizan a la gente cuando pueden, hasta saludan a los niños. No es una masa sin alma a bordo de tanques.

Y es que aquí los verdaderos culpables, dejando al antagonista y perpetrador oficial de la conspiración, son los líderes que desde sus despachos no paran de tomar decisiones estúpidas e incoherentes con la situación actual. No saben lo que esta ocurriendo, ni se quieren enterar, solo les preocupa conservar su puesto o mantener las formas. No es un retrato amable para con los líderes de las facciones (Militar, política, social y policial), todos dan ordenes con su supervivencia propia como único motor.

Es bastante duro en ese aspecto, ver como los que deben velar por nosotros no son capaces ni de hablar con sinceridad con sus iguales en el poder. Es un juego de sombras, muchos quieren sobrevivir a esto y actúan llevados por el miedo, unos pocos por la avaricia ocultan información y la usan a su favor prolongando una situación delicada. Incluso los demás países lo ven como una oportunidad.

Solo nuestros protagonistas les preocupa solucionar todo y defender a los ciudadanos. Los únicos a los que les da igual no recibir un ascenso o tener una cena con un gerifalte. Les preocupa actuar bajo el código ético de su profesión, son policías y deben actuar como tales, no como un arma en manos de un político.

En la anterior entrega me enfoque tanto en este tipo de aspectos que olvide mencionar a sus personajes y eso tiene delito pues todos son simpáticos desde el minuto uno. Son personajes típicos: el agresivo, el inteligente, la optimista, el líder. Pero están perfilados y tienen momentos para lucirse de una manera u otra, ya sea destacando con escenas cómicas, o por solucionar un problema táctico en una escena de acción.

Tampoco se enfocan demasiado en ellos, solo lo justo. Se nota dónde esta puesto el interes pues ni siquiera el protagonista (Si podemos llamar a Kiichi Goto protagonista, pues con lo repartido que esta todo la película es más coral que otra cosa) recibe mucho interés. No sabemos prácticamente nada de ellos, salvo que sea esencial para la trama. Me explicaré aunque creo que esta bastante claro, Noa y Asuma parecen tener una relación en esta segunda parte tras perfilarse muy ligeramente una posible atracción, pero la película ni lo confirma ni lo desmiente, le da igual. No es asunto nuestro la vida de esos dos, ni la de Kiichi u Ota, el único detalle intimo que se revela es la antigua relación de Nagumo con el antagonista.

¿Por qué eso si y el resto de personajes permanecen como simples policías sin vida privada aparente? Porque era importante para la trama principal.

No es algo malo, pero queda claro que el guionista y el director tenían muy claro lo que  se tenía que contar y como querían contarlo. No pierden el tiempo con subtramas personales, cada escena esta dedicada a hacer avanzar la película y darnos información útil. En ese aspecto es un reloj suizo, siempre pasan cosas, de manera constante y nunca nos perdemos.

Concluyo mencionando que vi estas películas hace muchos, muchos años y me agradezco a mi mismo haberlas vuelto a ver ahora, pues no se parecen en absolutamente nada a lo que recordaba. Mi memoria en estos casos no me falla y tengo un vivo recuerdo de no entender absolutamente nada.

Aquí tenéis un nuevo ejemplo de que no todos los productos son apropiados para todas las edades. Y no precisamente por los motivos que creen los que califican las películas.

Con esto me retiro de la saga, hasta que me dé por iniciarme con la serie. Me queda un gran sabor de boca y una agradable sorpresa de estas películas que no me esperaba.