Quién me iba a decir a mi hace 17 años que esta saga iba a llegar tan lejos. Estamos ante una octava parte que empezó como un remake encubierto de Le Llaman Bodhi y lo mejor de todo es que a cada entrega que pasa mayor es la calidad de la saga, o al menos más divertidas me parecen.

Esta película en concreto no es una excepción. Adrenalina y frases lapidarias, una detrás de otra hasta que pongan los títulos de crédito. El núcleo duro sigue estando en la familia mientras el resto de elementos orbitan a su alrededor.

Ese elemento les diferencia de otras propuestas de acción, no estamos ante un lobo solitario o un grupo de mercenarios o de amigos. Los protagonistas son una gran familia con una lealtad ciega entre ellos y se nota.

En anteriores entregas no llegaba a verlo, pero en esta si se sienten como una unidad a las que les duele la traición de cierto personaje. Llegan a plantar un momento emocional en medio de una explosión que funciona espléndidamente bien.

Se nota, además, un esfuerzo por crear algo cohesionado entre las películas, un universo por así decirlo. Mientras que en las primeras entregas era una aventura con un villano a vencer, a más avanzan más hilos tejen entre cada entrega. En este caso estamos ante el más claro ejemplo, una villana sobre la que se apoyan personajes de películas anteriores.

No quiero explicar demasiado porque son sorpresas muy agradables las que se van desvelando a lo largo del metraje. Aunque si que le daré un tirón de orejas por ser tan obvia en determinados momentos, en especial en lo referente a la trama de Toreto. Creo que en pos de evitar algunos problemas decidieron plantar las bases de determinados giros demasiado pronto y muy deprisa, haciendo la maniobra muy obvia y predecible. No estropea la experiencia pero si le resta algo de fuerza a determinadas escenas, una en concreto pierde mucho al saberse la resolución.

Por otro lado, me encantan las interacciones entre los personajes, y las nuevas adquisiciones. Kurt Russel se ha convertido en una especie de Nick Furia guasón que pulula por la cinta derrochando carisma, Scot Eastwood se las apaña para tener su propio arco y cada vez se parece más al padre pero en guapo y Charlize Theron… Inmejorable. Esa mujer está a un paso de que se cree un panteón para adorarla.

Los habituales de la saga también cumplen, pero Dwayne Johnson y Jason Staham se los comen. Son salir ellos en escena y toda la atención va derecha a sus diálogos. Contratar a ambos actores ya fue un gran acierto, pero la dinámica que han creado los guionistas es aun mejor.

En cuánto a la acción, cada vez tienen más claro cual es su estilo. Más grande, más burro, más imposible, esas son las tres premisas sobre las que están sustentando las escenas de acción. A más estrafalarias mejor, hasta llegar al punto de tener una persecución entre un submarino nuclear y un lamborghini. Me apuesto la oreja izquierda de mi vecino a que en la novena se plantan un tiroteo en el espacio entre un dos caballos y la Estrella de la Muerte.

Pero esto es una hoja de doble filo y es que estas absurdeces que adoro con toda mi alma, pueden aguarle la experiencia a otro tipo de espectador. Están asentando su personalidad como saga por lo que habrá gente que deje de gustarle por el derrotero que esta tomando.

Por eso solo la recomiendo para la gente que tolere bien estas idas de olla. La vara de medir es sencilla: ¿Te gustó la anterior? Esta es más y mejor.

Creo que acabo de dar con la conclusión ideal: Fast and Furious 8 es un paso más y mejor de lo visto anteriormente.