Rose es una joven de clase alta agobiada por su arrogante prometido. Jack es un artista de espíritu libre que abre los ojos a Rose y le roba el corazón. Cuándo el buque colisiona con un iceberg en el Atlántico Norte, el viaje de los jóvenes amantes se convierte en una impresionante carrera por la supervivencia.

Un viaje agotador es la mejor definición que encuentro para esta película. James Cameron nos lleva a una de las catástrofes más terribles de principios del pasado siglo y nos hace testigos de ella como si hubiéramos retrocedido en el tiempo.

No es una cinta fácil de ver, creo que hace cinco años que no la veo, desde que la compre por su reestreno en el centenario, pero cada vez que se ve sigue siendo igual de impactante. Ya empiezan a verse las costuras más obvias, los ordenadores de la época no podían con la ambición de Cameron y empieza a verse dónde fallaban. Sin embargo dónde lo digital envejece lo práctico está impecable. La recreación del transatlántico es impresionante, tanto la versión impoluta y recién botada al agua como la tumba acuática que lleva casi un siglo a tres mil metros de superficie.

Da la sensación de que todo esta vivo, que funciona. No es un simple decorado, lo sientes como algo real y eso se transmite al resto de la película. Si te crees el mundo, te será más fácil creer en lo que estás viendo. Y yo me creo que están en el barco más famoso de la historia.

La hora final es una carrera de fondo dónde minuto a minuto vemos como todo comienza a fallar, como los errores de diseño se van acumulando hasta hundir el Titanic con escenas impresionantes y de una potencia visual desgarradora. Solo tengo que dar dos ejemplos opuestos: el padre con su niño corriendo hacía una puerta que revienta arrojando sobre ellos toneladas de agua helada y la madre contando un cuento a sus hijos mientras se prepara para morir mecida por el agua que no para de ascender por su habitación. Cameron imprime la misma fuerza en una escena de pura adrenalina y en una más calmada pero dolorosa por lo que vemos en ella.

Podéis empezar a comprobar que me estoy enfocando en el propio hundimiento y el barco y no tanto en lo que más destaca de la película: la historia de Jack y Rose. Os seré sincero, se ha hablado mucho de ellos y no es una parte que me entusiasme salvo en contadas ocasiones. Es una historia de amor trágica y dulce, amarga y esperanzadora, pero me corta mucho el ritmo.

Es más, en la última revisión que acabo de hacer he tenido que pasar partes como el distanciamiento de ellos en el primer tercio y todo el asunto del diamante robado entre el segundo y el tercer acto. Llegados a este punto no me interesa nada lo que me puedan ofrecer los conflictos de Jack, Rose y Cal, y menos cuándo tiran de algo tan forzado como hacer que Rose desconfié de Jack. Se acumulan tantos tópicos en todo este lío que simplemente no lo aguanto.

Esto me lleva al personaje de Cal, ¿De verdad era necesario un villano de opereta en esta película? Creo que habría preferido que el personaje de Billy Zane fuera menos perro de pelea y más un personaje con clase que se quiere casar con Rose porque es lo que se supone que debe hacer. Un reflejo hastiado como Rose pero que ha aceptado que es lo que le ha tocado vivir. Para mi Cal habría mejorado si se hubiera trabajado como el destino de Rose si se queda con él, no solo porque sería su esposo, es más encaminado a que ella misma se convertirá en él con el tiempo.

Además, considero que la madre de Rose ya cumple con ese rol de villana actuando como el ancla que la empuja hasta el fondo y la aleja de sus deseos.

Aun con todo hasta el final ambos personajes guardan cierta compostura y apariencia, se les nota la clase y su posición social en su comportamiento y se les trata con elegancia cuándo la película no los convierte en villanos operisticos. Claro que luego llega el final y la madre se vuelve idiota y Cal en un matón de James Bond.

Y ya que estoy con cosas que no me gustan. ¡No tires el diamante por la borda! Me da igual el mensaje que quieran transmitir, me enfurece ver como lo tira al mar y este lo engulle mientras el collar va dando vueltas y vueltas hasta desaparecer en la oscuridad. Estás dejando sin trabajo y seguramente hundiendo la carrera de Lovett (Bill Paxton) porque no te da la gana de dar el dichoso diamante.

El final es maravilloso, se me escapan las lágrimas ver como Rose ha cumplido su promesa de vivir plenamente, la vemos rebosante de felicidad en sus fotografías al tiempo que vemos como ya puede marcharse y volver al Titanic con Jack. Es un final estupendo, pero yo sigo pensando en que ha tirado un diamante de un valor histórico incalculable porque le ha salido de la cana izquierda.

Pero es algo personal, igual que mucha gente se queja de la tabla de madera y le saca de la película por ello. No puedo decir que sea mala película por algo que solo me enfada a mi ya que entiendo que quería transmitir James Cameron con la escena del diamante igual que entiendo porque Jack debía morir.

A veces hay que hacer concesiones si el producto se lo merece y se lo ha ganado a pulso y Titanic es una de esas películas que se lo tiene merecido. Habría sido una gran película aunque fueran tres horas del personaje de Bill Paxton investigando por los camarotes hundidos. Yo la vería encantado igual que dentro de unos años volveré a ver la versión que nos dio Cameron y me seguirá pareciendo un viaje agotador y gratificante que termina con un fundido a blanco y lágrimas en el espectador.

Y unas ganas irrefrenables de aplaudir, como me ha pasado hoy mismo.